Voluntarios de Intermón están reparando y clasificando estos días cientos de juguetes donados para montar su rastrillo anual, que se celebrará del 16 al 18 de diciembre en el centro cívico de Oliver.
El salón de actos del centro cívico del barrio Oliver Oliver parece estos días el almacén desordenado de los Reyes Magos. Un grupo de voluntarios de Intermón Oxfam están reparando, limpiando y clasificando cientos de juguetes que han recibido para su mercadillo solidario, que se celebrará del 16 al 18 de diciembre, con el lema “Muchos más que un juguete”.
Se trata de la 15ª edición de este rastrillo de juguetes, que comenzó a prepararse en noviembre, con la recogida de juegos y libros en las oficinas de Correos de Zaragoza. Ahora toca limpiar y revisar los cientos de juguetes recibidos (“más que otros años”, aseguran los voluntarios), y ponerlos a punto para su venta a precios reducidos. El dinero que se recaude irá destinado al trabajo de Intermón Oxfam en la situación de emergencia alimentaria en el Cuerno de África.
A los voluntarios (una veintena en labores de organización y unos 70 en total) les toca estos días remangarse y trabajar duro. Algunos se llevan peluches a su casa para lavar en la lavadora. Otros revisan pieza a pieza los puzzles. Los expertos en electrónica comprueban -y arreglan, si es necesario- los juguetes con pilas. Todos mueven pesadas cajas y limpian uno a uno los juguetes donados. Es difícil cuantificarlo, pero creen que han recibido y sacarán a la venta cerca de 5.000 juguetes.
“Todo el proceso es muy beneficioso y no solo por el dinero que recaudemos finalmente. Ayudamos a que familias con pocos recursos puedan comprar juguetes más baratos para Navidad. Y realizamos una labor de sensibilización. Todos los juguetes pueden tener una segunda vida. Hay que fomentar la cultura del reciclaje y la segunda mano, como se hace en otros países”, asegura Ramiro Gairín, uno de los organizadores.
“Otros años, Intermón Oxfam se encargaba de la organización del rastro, pero este año por motivos económicos la ONG no podía asumirlo. Los voluntarios queríamos mantener la actividad y nos hemos encargado nosotros”, cuenta Ramiro, ingeniero de 31 años que estos días se coge vacaciones para poder atender el mercadillo.
Cuando terminen con la limpieza y reparación, comenzarán a organizar las mesas para la venta. Los precios son entre 50% y 70% más baratos que lo que cuestan los juguetes nuevos en las tiendas. El rastro tiene varias secciones: bebés, juegos de mesa y puzzles, juguetes electrónicos y musicales, muñecas, peluches, muñecos, libros, deporte y manualidades. Por ejemplo, un puzzle de 100 piezas puede costar 4 euros; una caja de Magia Borrás, 10, y una bici, 35.
“Suelen venir muchas familias con niños y también coleccionistas de juguetes que buscan algún producto concreto, como Lego, Cinexin, muñecas Nancy o Playmobil”, cuenta Ramiro. Además, durante los días que abre el rastro, también habrá cuentacuentos, una tienda de comercio justo y otras actividades en el centro cívico del barrio Oliver.
La segunda vida de una casita de muñecas | Heraldo.es
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